Futuras Miss Venezuela dan primeros pasos en fábrica de reinas de belleza

Ariela todavía titubea desde sus tacones de 10 cm pero observa complacida su imagen en el espejo mientras ensaya el paso de pasarela bajo la mirada atenta de Harley Torres, una ex miss venezolana que ayuda a jóvenes a realizar el sueño de convertirse en reinas de belleza.
Fábrica de numerosas Miss Universo y paraíso de los cirujanos plásticos, Venezuela es el país donde las niñas sueñan con convertirse en reinas de la pasarela o recibir el título de mujer más linda del país.
"Yo les digo que en este país das una patada y salen 10 niñas más bonitas que una, por eso, la belleza es una cuestión de actitud", asegura convencida Harley Torres, creadora de esta escuela de modelos de Caracas llamada "Harley Model Production". Ariela Barrios, nacida en Colombia, es uno de sus tesoros actuales ya que su físico, todavía algo rudo y sin pulir, podría ser del agrado de los organizadores del certamen de Miss Venezuela.
Con 1,90 metros de altura, esta empleada doméstica asiste a las clases gracias al apoyo de su patrona y a que Harley Torres decidió becarla al ver que tenía "porte" y posibilidades de triunfar.
"Nunca me preocupó mi físico pero ahora sí quiero ser modelo. Quiero ayudar a mi mamá que quedó en Colombia. Todo lo que hago ahora, lo hago por ella, para construirle una casa", asegura esta joven de 20 años que sueña con parecerse a Naomi Campbell.
Por 250 bolívares (116 dólares) al mes, estas chicas de entre seis y 20 años aprenden a caminar en pasarela, a maquillarse o a comportarse en una comida elegante, y reciben clases de oratoria, alimentación y de expresión corporal.
"Los diseñadores buscan sangre fresca y yo intento presentarles jóvenes con algo más, con una personalidad impresa", explica Torres. María Antonieta mide apenas 1,50 metros. A sus 13 años, sus formas de niña contrastan con los tacones brillantes que luce con cierta dificultad durante la clase.
"No quiero parecerme a ninguna modelo conocida. En la pasarela quiero ser yo misma", afirma con tono decidido.
En la contigua sala de espera, varias madres aguardan a sus hijas y acarician ese mismo sueño de fama, dinero y glamour, al que ellas renunciaron un día pero que sus vástagas podrían hacer realidad.
Carmen Sánchez, una de las veteranas del curso a sus 21 años, se gana la vida como enfermera pero no descarta que estos cursos le cambien la vida. Para Harley Torres, su piel negra sumada a sus ojos verdes y a una elegancia natural hacen de ella una "chica con futuro".
"Parece que hay mucho racismo en la pasarela pero yo creo que esto es cuestión de suerte", afirma convencida esta aspirante a miss.
En las tres horas que dura esta clase de modelaje, las chicas se dan cuenta de que ser una reina de belleza no era tan fácil como pensaban. Algunas son demasiado jóvenes para vencer la timidez, concentrarse en los pasos o dejar de tartamudear en público.
"No todas serán modelos o reinas de belleza. El reto es mejorar su autoestima, resaltar lo mejor de ellas y que se quieran un poquito más", afirma Torres.
Esta ex miss y modelo profesional sabe que las niñas venezolanas ven a sus reinas de belleza como "iconos", pero reconoce que de un tiempo a esta parte son "muñequitas idénticas", con la misma nariz, pechos o mentón, obras de los mismos cirujanos.
"No quiero que se obsesionen pero muchas veces el regalo de los 15 años es una operación. Ellas piensan que el bisturí les va a solucionar la vida y ayudar a ser mejores modelos", afirma Torres.
Tras la clase, Ariela se baja de los tacones y vuelve a convertirse en empleada doméstica. Invisible tras su ropa modesta, regresa a la casa donde trabaja, donde hasta la próxima semana ensayará sus pasos de modelo, furtivamente, frente a cada espejo.

 

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